lunes, 24 de mayo de 2010

Délits Flagrants

Délits Flagrants

Dir. Raymond Depardon / FRA (1994)

Delitos Flagrantes es un documental más de Depardon donde hace un ejercicio de observación, que sin haber una voz narradora, refleja perfectamente el punto de vista que el director desea mostrar, con el uso de una especie de cámara escondida (sin serlo pues la gente sabe que existe una cámara en el lugar). El documental presenta a la cámara de Depardon más al tú por tú que nunca pues presenta en su totalidad diálogos entre dos personas. Éstos singulares personajes van descubriendo su propia verdad y nos deja escuchar la voz de toda aquella clase de delincuentes menores, desde los cínicos desvergonzados, hasta los tontos e ineptos.




Depardon nunca mueve su cámara , así que el espectador debe tener paciencia pues el director da lugar a que las acciones se desarrollen en tiempo real. Las sutiles transiciones son el único movimiento que presenta. Unas cortinillas que suceden en unos túneles subterráneos que contrastan con las cuatro paredes donde suceden los careos entre el delincuente y la autoridad. Este documental, ya totalmente a color, me recordó el programa televisivo In Therapy, donde un psicólogo discute con sus pacientes acerca de actos que han cometido. A pesar de ser solamente un diálogo entre dos personas, siempre mantiene el interés y en ningún momento desaparece la tensión entre los dos interlocutores. Nos enteramos de muchas historias solo por la voz de los personajes, al igual que en Delitos Flagrantes.

Los conflictos, algunos más extremos que otros, son el pretexto para que los fiscales y los delincuentes comienzen a hablar, sin embargo la forma de desenvolverse frente a la cámara, lo que dicen, sus actitudes, etc. son los elementos que arman el documental, pues como es tradicional en los documentales de éste realizador, poseen una temática del conocimiento del ser humano con base en la observación. Cabe resaltar cómo también toca el tema de la deshumanización de la autoridad, fríos, como máquinas. Tal vez en nuestro país el trato sería más amable, pero también caerian en lo corrupto, cosa que aquí, en el documental, se siente imposible que las autoridades caigan. Gracias a la maestría de Depardon para mostrarnos las condiciones del ser humano, en este documental no hay buenos ni malos, sino tontos e inteligentes. Algunas veces son los fiscales, en otras los delincuentes.




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